¿Es posible sacar algo bueno de las palabras negativas de nuestros detractores? Por irónico que parezca, los pensamientos negativos pueden encender la motivación.
La motivación, ese impulso interno, esas razones para alcanzar lo que nos proponemos es como una llama: puede ser poderosa, pero también se puede apagar. ¿Cómo mantenerla encendida?
De acuerdo con algunos estudios Neurocientíficos, mantener la motivación puede ser una consecuencia de aspectos inesperados.
Cuando iniciamos alguna tarea o emprendemos algún proyecto, frecuentemente cometemos el error de asumir que todo el mundo nos va a apoyar y a felicitar.
Pero lo que impulsa a la gente a la acción consistente y efectiva no son las palabras de ánimo y las palmadas en la espalda.
Los hallazgos de estos estudios han demostrado que el tipo de motivación más duradera y efectiva surge de las palabras negativas.
Sólo la idea de experimentar un sentimiento de frustración al obtener las consecuencias negativas, resulta en un poderoso motor que nos impulsa a la acción.
Las palabras negativas la empujaron al éxito (y la llevaron a Shark Tank)
En una entrevista, la exitosa empresaria Barbara Corcoran, conocida por su participación en el programa Shark Tank, relata que en sus inicios, ella y su novio empezaron un pequeño negocio de bienes raíces.
Luego de 7 años de relación con su novio Ramon Simone, este le dijo que se iba a casar con su amante, la misma secretaría de Barbara.
Luego de una intensa discusión en donde Barbara lo confrontó, Ramon le dijo enfáticamente “Nunca vas a tener éxito sin mi”.
Pero en vez de hundirse en esas amenazas, el impacto psicológico de esas palabras negativas, hicieron que Barbara no se rindiera en los momentos difíciles, aún cuando a veces estaba al borde de la quiebra.
La sóla idea de darle la razón a su ex-novio la hacía levantarse y cobrar ánimos y seguir.
“Yo sabía que prefería morirme que dejar que él me viera fracasando. Así que gracias a Dios por el regalo de ese insulto” explica Barbara.
El posible fracaso genera un miedo que puede ser poderoso
Cuando la gente empieza a experimentar el temor que acompaña un potencial fracaso o desilusión, esta sensación funciona como un aliciente que los anima a esforzarse más para prevenir una desilusión.
Incluso, en algunos casos, lo que predispone al cerebro a enfocarse al éxito no es el fracaso en sí, sino el sentimiento asociado a este, y a la reacción social.
Esta motivación tiene un componente social. Por eso los deportes de alta competencia necesitan el público. Los atletas necesitan esa presión social.
Para un jugador, no hay mejor satisfacción que anotar un gol frente a los encendidos fanáticos del otro equipo.
Y por irónico que parezca, esas palabras negativas pueden ser aplicados a la consecución de cualquier meta.
Es posible completar un porcentaje más alto del total de nuestras metas, si pensamos en términos de lo que queremos evitar.