Mi camino al emprendimiento comenzó gracias a un profesor en la Maestría, quien nos exhortó a romper los paradigmas de emprender, creando un proyecto que debía cubrir el equivalente al valor del curso al finalizar el semestre. En esa época, tenía un empleo y la premura me llevó a crear un proyecto de venta de bisutería. Al finalizar el trimestre, no sólo había completado con éxito el proyecto, sino que tenía tres personas que estaban vendiendo la joyería y ropa. Además, mi esposo me ayudaba con la administración y logística… destinábamos los sábados por la mañana a cuadrar cuentas, inventario y cambio de productos. El primer regalo que recibí de ese proyecto fue el romper el paradigma de emprender con un riesgo controlado.
Mi cerebro estaba listo y activo buscando oportunidades, con lo cual, me propuse ahorrar mientras continuaba trabajando para desarrollar un proyecto que me permitiera emprender en forma permanente. Después de ahorrar lo que consideré suficiente, decidí emprender a tiempo completo, con cierta incertidumbre, dudas y a la vez, con el entusiasmo de aprender en el proceso y la convicción de aportar lo mejor de mí ante los clientes y los servicios. De esta etapa aprendí la importancia de la disciplina financiera, un propósito claro y la energía para adaptarse a la vida emprendedora, la cual implica reducir lo que se conoce como “gratificación instantánea,” para cuando las cosas no suceden como se espera, lo importante es “tocar base” con la visión y propósito.
Una de mis pasiones es aprender… me gusta mucho aprender de temas relacionados con tecnología, comportamiento humano. Hoy, ha sido vital para buscar oportunidades de servicios que aún no están tan desarrollados y requieren cierto esfuerzo y persuasión para que los clientes decidan animarse a incursionar en ellos. Quizás por eso, a pesar de no ser “nativa digital” mi pasión por aprender ha sido el motivador que me ha llevado a emprender en tecnología. Es muy gratificante participar en eventos, consultorías y mentorías donde mujeres están desafiando sus propias creencias respecto a la tecnología, el emprendimiento y su autoestima. Me encanta cuando se dan cuenta que la tecnología puede ser un aliado clave para hacer crecer sus proyectos, aumentar su autoestima al sentirse productivas y animar a otras a emprender.
Emprender me conecta con la gratitud en varios aspectos:
– A Dios por alinear mi propósito y acompañarme en todo momento.
– A mi familia por estar a mi lado en esta aventura, sobretodo a Arturo, mi esposo porque me ha apoyado con las implicaciones que ha tenido emprender en tiempo y esfuerzo económico.
– A los clientes que llegan y confían en los servicios, así como los que se van porque ambos dejan aprendizajes.
– A los socios y aliados en los diferentes proyectos porque se genera una visión compartida.
– A los colegas, consejeros, mentores y personas a las que es posible acudir para guía y consejo.
– A los equipos que creen en nuestra visión y aportan su talento para hacerla realidad. –
– ¡A todas las mujeres que he conocido en eventos de emprendimiento, empresas, grupos, asociaciones quienes con sus historias, proyectos y motivaciones me inspiran!
Considero que las mujeres tienen la capacidad, resiliencia y habilidades para emprender. Desde mis inicios me ha servido crear un “tablero de visión”, que es un conjunto de imágenes cuyo significado aporta al proyecto que emprendo. El cerebro conecta muy bien con imágenes y es una forma de mantenerse alineado al propósito. Las invito a realizarlo y verlo todos los días, al inicio del día y que sirva como recordatorio permanente del camino que desean tomar.